Loser (o, dios no es tan sordo)


No soy un adonis, pero tampoco luzco como un adefesio. Soy un tipo normal. Y, aunque este texto parecerá sonar a: “¿quien te creis vos?”, debo decir que aunque pensé que solo pasaba en las tontas películas gringas juveniles, la vida me vuelve a rezar en el oído que LA VERDAD SUPERA LA FICCION.
Con su particular e invisible fisonomía a las miradas femeninas, de mirada en búsqueda y de andar inseguro de falso galán, este chico, aparentemente LOSER, sube las escaleras del local, esperando nada de la noche. Tratando de buscar algún rostro amigable. Yo, por otro lado, con un amigo, instalado en la barra, con mi Escudo de ½, al verlo aparecer, intento fintear su presencia. (Se de su buena persona, pero también de sus conversaciones poco interesantes). Hasta que me otea. Me ubica, se acerca, toca mi hombro, hola y extiende su mano. Recreo su acción, lo saludo y nos ponemos a hablar entrecortadamente de los carretes últimos, de su pronto viaje al litoral y de cómo están las minas hoy. Coincidimos en que hay material. Tomo un largo sorbo de la botella. El, gira y se pierde detrás de la noventera y humeada música del Ático. Nos miramos con mi amigo y nos reímos. De que, no se. Quizás de su pregunta sobre las chicas del local. Incrédulos. Soberbios.
Cuento corto.
Tras horas de, solamente, cruzar miradas con mujeres, de pronto vemos que nuestro amigo esta sentado e interesado, manteniendo una fluida charla con una atractiva chica en los cómodos sillones del recinto. Se miran, ríen, y se embriagan de sus compañías. Luego de un rato bajan a la pista de baile y no vuelven a subir. Con mi amigo solo atinamos a reírnos. Mas botados que pasajero del transantiago se nos dibuja una gran L en nuestra frente.
Ahora quienes son los losers?
En realidad, dios no es tan sordo como pensamos...

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