Donde mueren los ideales...

Entre venceremos y cantos a la internacional. Entre la hoz y el martillo. Entre que me iba y me quedaba.

Casi mil personas despedían con sus puños izquierdos alzados a un tal Volodia. Un gran personaje para algunos, pero no para quienes lo mandaron al exilio. Se retiraba a otro mundo a seguir con su lucha, por lo escuchado, por los derechos humanos.

Mi compañera, mi amiga, identificada con la maza, casi no tomaba atención a mis comentarios medios del otro lado. Yo, aunque respetaba la ceremonia, no me concentraba más que en el actuar de los asistentes. En mis 33 apolíticos años, era mi primera manifestación política a la que asistía. Vi que con la misma fuerza con que despedían a su querido compatriota, también odiaban a los del otro lado, al que creo que pertenezco. Me sentí odiado. Un tanto exiliado.

Al recorrer con la comitiva el cementerio general pensé en desteñir mi color ideológico. Visitando el memorial a Gladys y a Víctor Jara en lo que debo querer a mí amiga. Pasando por el Patio 29 y por el mural de los detenidos desaparecidos, en lo terrible a lo que puede llegar a hacer el hombre y sus ansias de poder.

Me hizo pensar el triste paseito.
Comprendí su dolor. Su odio.

Estaba entre venceremos y cantos a la internacional. Entre lo que me habían contado y lo que recién había visto. Entre el cariño a mi compañera y a mi, carente, ideología.


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